Con una prosa que va directo al hueso, sin ornamentos ni condescendencia, Julia Coria traza relatos que son momentos mínimos y, a la vez, puntos de inflexión. Hay viajes, familia, amor, despecho, paradojas y, sí, pandas. Y aunque la oscuridad está siempre al acecho, lo que persiste es una fuerza luminosa, una especie de vitalidad obstinada que late incluso en la pérdida.
Este libro no busca moralejas ni consuelos. En sus páginas, la felicidad produce vértigo, lo doméstico se vuelve extraño, y la rutina se sacude con lo inesperado. La paradoja del panda no es una colección de cuentos: es un organismo narrativo donde cada parte respira por sí misma, pero todas laten con una misma intensidad feroz.